La leche es el primer alimento que ingerimos como seres humanos gracias a la lactancia porque somos mamíferos. Sin embargo, existen personas que no toleran la leche. Esta intolerancia es causada por una mutación (alteración) de un gen llamado MCM6 que controla al gen de la lactosa (LCT).
Para poder digerirla, la lactosa se descompone normalmente por una enzima (proteína especial) llamada lactasa, que es producida por las células que cubren la superficie del intestino delgado. Cuando los bebés nacen con la deficiencia congénita de esta enzima -llamada alactasia- se ocasionan diarreas severas que causan a su vez pérdida de peso y deshidratación. En la mayoría de los adultos que padecen esta condición, los síntomas son menos severos, como hinchazón, dolor abdominal, náuseas, vómitos y diarrea unos 30 minutos hasta dos horas después de haber ingerido la leche.
La mayoría que padece esta intolerancia tienen dificultad para digerir la leche, pero no para consumir productos lácteos, como yogurt o queso, ya que estos se elaboran gracias a procesos de fermentación donde ocurre la digestión de la lactosa (quedaría inactiva), por lo cual no les genera incomodidad.
Más allá de los primeros meses de vida -en los que la leche materna es ¡fundamental! para un buen crecimiento-, no necesitaríamos consumir leche, tal como ocurre con el resto de los mamíferos. Es decir, la actividad de la lactasa disminuye después del destete porque la leche ya no tendría ninguna función biológica a nivel nutricional.
En algunos individuos, sin embargo, la actividad de la lactasa persiste en un alto nivel a lo largo de la vida adulta, permitiéndoles digerir la lactosa como adultos y tomar leche sin sentir molestias gastrointestinales. Este rasgo genético heredado predominantemente se conoce como persistencia a la lactasa y se estima que ocurrió hace 7.500 años.
El 65% de la población mundial tiene intolerancia a la lactosa después del periodo de la infancia, aunque ese porcentaje varía de acuerdo a un factor genético natural: el origen étnico. El Ministerio de Salud de la Nación comunica que la intolerancia ocurre en 5-15% de las personas con origen caucásico.
Por eso, si al consumir leche te sentís hinchado, la “repetís” porque no la digerís bien, sentís pesadez y dudás sobre si tenés intolerancia a la lactosa, consultá a tu médico, ya que existen varios métodos para diagnosticarlo, desde eliminarla unos días de la dieta y ver qué pasa, hasta una muestra de saliva para analizar tu ADN. Así, no solo se podrá diferenciar de otras afecciones como, por ejemplo, el colon irritable, sino también tener la información adecuada para actuar en consecuencia.
Fuente: Clarín
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